Experiencia cuanto menos decepcionante.
Con la excusa del COVID:
-no hay servicio de desayuno, sólo un termo con café, azucarillos y leche en cápsulas.
-no hay servicio de habitaciones (limpieza, reposición de jabones, cambio de toallas...)
La calefacción es por aire, con máquinas antiguas como el propio hotel, que son insoportables, por su ruido, de noche. Para evitar ponerla llegamos a pedir una manta por tres ocasiones y no se nos dio: sólo dieron largas.
Pedimos también jabones, puesto que como no hay servicio de habitaciones los agotamos al segundo día. Por respuesta nos dijeron que lo comunicarían a dicho servicio de habitaciones. Ya nos hemos ido y seguimos esperando la respuesta
Milagrosamente nos dieron toallas de recambio porque justo antes una chica había ido con la misma queja, pero obviamente tuvimos el montón antiguo de toallas en el suelo hasta el final de la estancia.
Lo mismo ocurre con la basura que se va acumulando en la habitación, más si aprovechas el café que ofrecen y te tomas un primer desayuno en la habitación.
Muebles MUY desgastados, ventanas que NO encajan en su cierre y dejan pasar todo el ruido de la calle. Lo único positivo la comodidad de la cama, que es lo único por lo que se debe pagar porque en resto deja muchísimo que desear.
Ah, y por si no quedó claro, la atención del personal ... Nula, porque no hicieron nada por nostros.