La habitación em sí no es nada funcional, además que la falta de privacidad brilla por su ausencia. El baño es lo que separa la habitación de la calle y no tiene puerta, solo la separa un cristal enorme que, para que no sientas que pueden ver, tiene un muro de bambú como si este pudieta hacerlo todo opaco.....además, la puerta del retrete no cierra, siempre se queda un trozo abierto y se puede escuchar absolutamente todo lo que pasa ahí. A parte de eso, la cama es amplia y comoda y las almohadas maravillosas.
El buffet de desayuno es caro para lo que hay pero la fuente de chocolate hace qke te duela menos el bolsillo.
Por ultimo recordar que al hacer check out os van a cobrar casi 6€ de un impuesto turístico del cual no sabiamos y no hicimos uso porque fui por temas de trabajo.