La experiencia no pudo ser mejor, personal muy atento a complacer las necesidades de servicio. Ambiente increíble, música en vivo todas las tardes y complimentary quesos y vinos de muy buena calidad, aunque no pudimos aprovechar esto plenamente, vale la pena pasar ese rato en el hotel. Nos sentimos en casa, pero mejor. Declaro este hotel como mi casa en Budapest