El hotel está enfrente de la Alhambra, lo que es su punto fuerte. Aunque está cerca del centro, el camino de vuelta es una sucesión de cuestas arriba de gran pendiente, y bajar con el coche al centro no es una opción, y menos en temporada alta. El personal del hotel siempre estuvo my atento, aunque la pega de la habitación fue el mal olor como a agua estancada que tuvimos (suerte que quedaba en el pasillo) y la escasa limpieza de la habitación. Además, el precio del desayuno nos pareció excesivo para el contenido, y más teniendo al lado un bar que ofrece un desayuno bastante mejor. Por último, hay que aparcar en el parking de la Alhambra, lo que encarece en gran medida el precio. En resumen, un buen hotel al que los años no le han hecho un buen favor.