Bien situado cerca del metro. Al llegar, lo peor las escaleras hasta la habitación. Nos tocó en la tercera planta, 60 escalones empinados. No hay ascensor ni montacargas para las maletas. Había una cuarta planta. La habitación pequeńa como lo esperado pero limpia. Las cortinas no oscurecen demasiado, por la mañana entra toda la luz. El servicio mínimo pero alicatado y limpio. Lo peor el agua de la ducha, cambiaba de caliente a fría y muy poco caudal, éramos 4 y se tardaba porque costaba bastante tiempo llavarte el pelo. El lavabo es un lavamanos. Falta alguna percha. Nos pusieron como amenites. Dos pastillitas de jabón y dos sobrecitos de gel. En los sucesivos días pusieron un sobre de gel y otro de champú por persona. En recepción no saben nada de españo, pero nos dejaron sin cargo dos adaptadores de enchufe, también pudimos dejar las maletas el último día sin problemas. En cuanto al desayuno también muy básico, pero normal, tostadas, croissant, cereales, nutella y huevos cocidos, por supuesto, café, té, descafeinado, Brik zumo naranja y manzana, también queso en lonchas no jamón de york ni otro embutido. Lo peor el local es mínimo, tienes que pedir permiso al de al lado para levantarte. Puedo recomendar este hotel haciendo las advertencias dichas, escaleras, agua cambiante.