Está muy bien situado, cerca de la Grand Place y de la estación Central. La decoración muy pintoresca, estilo alhambra pero muy recargado, con moqueta y mucho cortinaje, muchas escaleras algunas muy estrechas y empinadas. El ascensor, que más parece un montacargas, muy pequeño y sin puertas interiores, no llega hasta todas las habitaciones, ni llega hasta el comedor. En las habitaciones poca luz, y en alguna (éramos un grupo y teníamos 5 habitaciones) armario diminuto, de un cuerpo. Algunos platos de ducha con manchas indelebles, aunque muy buena presión de agua y ningún problema con la temperatura de la misma. En alguna funda de edredón hemos visto algún pegote sospechoso de mala limpieza. Una persona del grupo sufrió varias picaduras de insecto en un pie que le causaron molestias y precisaron tratamiento. En las habitaciones que dan a la calle es imposible dormir por el ruido de terrazas y gente, especialmente el fin de semana.
El personal de recepción, salvo una becaria, secos, ni una sonrisa. Lo mejor del hotel, además de la ubicación, las mujeres que atienden en el desayuno, que se merecen un 10. El desayuno sencillo pero suficiente ( pan, croisant, queso, mermelada, zumo y café o te o colacao.