El hotel es muy bonito, las recamaras pequeñas pero acogedoras, pero lo mejor es el personal del hotel que es extraordinario. Hablan varios idiomas y se desviven por ayudarte lo cual no es común en París. Las regaderas son pequeñas pero maravillosas. Las camas cómodas, no hay ruido, tiene un servicio gratuito por las tardes de café. Está en una zona excelente de Monmartre que es un barrio lindísimo pero alejado de los museos y lugares de visita "oficial" pero hay una estación del metro cerca, pero tendrás que hacer un par de transbordos.