Las siete nuevas maravillas del mundo: la Muralla China
En otro artículo ya te contamos cómo se definió la lista de las siete nuevas maravillas del mundo y hablamos sobre el encantador paseo a la tercera maravilla, el Cristo Redentor, pero ¿has pensado en organizar un viaje para conocer todas las maravillas de la famosa lista? Si no lo has hecho, puedes comenzar ahora, porque vamos a hablar de las siete, aquí en Expedia.
La primera gran obra de la humanidad, de la nueva lista, es la Muralla China —también conocida como la Gran Muralla China— constituida por varias barreras, fuertes, torres y puertas. Su construcción llevó casi dos mil años. ¡Increíble! La muralla se comenzó a construir en el año 221 a. C. y recién se finalizó durante la Dinastía Ming, en el siglo XV. Fueron los campesinos, ¡millones de ellos!, quienes pusieron manos a la obra y alzaron la Gran Muralla. A cambio del trabajo, estaban exentos de pagar impuestos. Lo triste de la historia es que la mayoría de ellos moría mientras trabajaba, a causa de la mala alimentación y el frío.
La función de la muralla era proteger a China de los ataques bárbaros y funcionar como depósito de víveres y base militar para observar los movimientos de los enemigos. Por tratarse de una estructura que no es una unidad, las características de la muralla varían de acuerdo con la región (diferentes materiales, técnicas de construcción, relieve, etc.). Hay partes que están hechas de ladrillo; otras partes se construyeron con granito. Cerca de Pekín, por ejemplo, para la construcción de los muros se utilizó piedra caliza. Pero, en general, la altura de las paredes es igual: 7.5 metros; y también la de las torres: 10 metros. La extensión de la muralla es de 8,850 km, medida divulgada hace poco tiempo, en 2009, por científicos chinos que hasta ese momento pensaban que tenía 5,000 kilómetros.
Esta monumental obra comienza en la provincia de Gansu y se extiende hasta la desembocadura del río Yalujiang, en la provincia de Liaoning. Sus diferentes partes están distribuidas entre el mar Amarillo (en el litoral nordeste de China), y el desierto de Gobi y Mongolia (al Noroeste).
Si quieres visitar este gran monumento histórico, lo ideal es que viajes a China durante la primavera (mayo) o durante el otoño (octubre). El invierno y el verano chino son muy marcados, con mucha nieve y temperaturas bajo cero, y temperaturas que rondan los 40°C, respectivamente.
Para entrar a China es necesario tener una visa, y si deseas obtenerla, debes presentar el pasaporte con una validez mínima de seis meses, boletos de ida y vuelta, reservación de hotel, seguro de salud internacional y certificado de ingresos. Puedes enviar las copias de esos documentos (excepto del pasaporte, que debe ser el original) por correo al consulado, junto con el formulario completo, o ir personalmente a uno de los consulados. Para obtener más información visita el sitio web de la Embajada de China.
Compra un vuelo a Pekín y puedes continuar el resto del viaje por tierra (en transportes públicos o en excursiones turísticas). Todos los hoteles de Pekín organizan paseos a la Muralla China, y con un poco de suerte podrás regatear el precio. Puedes quedarte ahí mismo en Pekín, en Paso de Shanghái (hay hoteles al pie de la “Primera puerta bajo el cielo” y de uno de los accesos a la cima de la Gran Muralla) o en Paso de Jiayu.
Hay dos tramos que no te puedes perder, los extremos de la muralla: la “cabeza del viejo dragón”, como la denominan los chinos, que parece estar bebiendo agua del mar Amarillo; y su “cola”, que se pierde en la polvareda del desierto de Gobi. El tramo más cercano a Pekín es el de Badaling, a una distancia de aproximadamente una hora y media en autobús de excursión. Por eso mismo, es el tramo más visitado y también el más comercial (los vendedores ambulantes aprovechan las multitudes de turistas para vender de todo, desde frutas típicas y llaveros hasta “certificados” de “yo estuve en la Gran Muralla”). Cuantas más escaleras se suben, más tranquilo se torna el paseo. El tramo de Mutianyu es mucho más sereno y está a la misma distancia de Pekín que Badaling. Si quieres ver un paisaje increíble, ve a los tramos de Jinshanling y de Simatai, lugar donde los aventureros acostumbran a hacer caminatas (están a una distancia de más o menos dos horas de Pekín). Si quieres visitar otros tramos puedes tomar un taxi o el transporte público local.
Una cosa es cierta: no importa cuál sea el tramo o el material usado en la construcción, ¡no verás nada igual sobre la faz de la Tierra!
¡Buen viaje!