El hotel está en un convento precioso, pero todas las instalaciones necesitan una reforma... La recepción es antigua, el restaurante es frío e incómodo (aunque se come bien) y las habitaciones requieren una reforma total del mobiliario, es demasiado espartano, con camas individuales de 90 cm para una pareja de adultos, algo que se hace incómodo. No había calefacción, hacía mucho frío. Con una buena inversión, se quedaría en un hotel tipo parador en el que se podrían duplicar precios y se pagarían encantados, pero aquí, pagas en realidad por el entorno, no por el confort de la estancia.