Cuando lo vi en las fotos me pareció encantador por su decoración colonial y, es cierto, todo es como en un museo; también la vegetación muy natural. Sin embargo esa rusticidad hace que también sea poco cómodo en los accesos; tanto de rampas como escaleras cuando se trata de cargar maletas pesadas, pues no hay nadie que te auxilie (si estás fuerte eso no sería problema).
La habitación que me tocó tenía la puerta principal de cristal tapada con una cortina por lo que se sintió inseguro e incómodo, además de que cualquier vos externa era audible, sobre todo en la noche, por lo que sí me costó conscilear el sueño.
El restaurante es igualmente rústico y básico, no esperes una amplia variedad pero si vas por dos días no te importará desayunar o cenar lo mismo.